Este 15 de Julio se cumplen cinco años del fallecimiento de Néstor Salvatori, multideportista del club Pacífico que fue referencia del atletismo, el fútbol y el básquet, entre otras actividades.
Nestor Salvatori, el barrio como bandera
Nació un 13 de noviembre de 1935 en el corazón del barrio y a media cuadra del club Pacífico, toda su vida deportiva estuvo teñida de verde, legado que delegó a sus hijos y nietos.
«Vivíamos en casas pegadas, recuerda Jorge Richotti, su madre era mi «nona». Néstor fue una persona increíble, un adelantado a su época, todo lo que hizo en el deporte lo hizo bien y con mucha pasión».
Su alto nivel de compromiso con la actividad deportiva lo llevó a la cumbre de la garrocha al consagrarse campeón argentino juvenil de la actividad y poseer el récord bahiense durante prolongado tiempo. Pero el atletismo solo fue uno de los aspectos de este multifacético atleta.
«Mi padre era una atleta cabal, dice Andrés Salvatori, no conozco alguna persona que haya estado en tres selecciones bahienses de distinto deporte. Estaba en la selección de atletismo, llegó a estar en la de Liga del Sur y también vistió los colores de la selección bahiense de básquet, en una época donde era muy complicado llegar, ya que había grandes referente en la camada anterior a la generación de oro de Cabrera, Fruet y De Lizaso».
Entre las décadas del 50 y 60 defendió a Pacífico en el arco de fútbol y llevó la conducción al básquet. Esto lo hizo destacar lo suficiente para arribar a las selecciones de la ciudad vinculando su forma de actuar a todo deporte que practicó.
«Excéntrico, adelantado, diferente, algunos de los calificativos que se vinculan con alguien que rompe el molde y al que generalmente acusan de «loco». Una vez evitó un gol contra Sansinena tirando una chilena, incluso hacía cosas que dejaban boquiabiertos hasta los propios delegados deportivos, como cuando jugando para la selección bahiense de básquet hizo una faja y tuvieron que preguntar como «evaluaban ese comportamiento».
Néstor Salvatori vivía el deporte con pasión, dejándolo todo por los colores de su barrio no importa si era dentro de una cancha de Básquet, fútbol o tenis el compromiso estaba ahí, en dejarlo todo con esa impronta diferente:
«Fue arquero del club durante 15 años y al tenis jugaba también de una manera poco ortodoxa, arrojándose al polvo de ladrillo en busca de alguna pelota. Como volaba en el arco, lo hacía con la garrocha, se tiraba por una pelota dividida al básquet o iba en busca de una imposible al tenis. Era su estilo»describe Richotti.
El básquet y su legado deportivo
Su hijo Andrés y su nieto Branco continuaron con su legado basquetbolístico. No fue un talentoso, pero dejó su impronta en un básquet que empezaba a cambiar y a abrir paso a una generación que marcaría el deporte bahiense para siempre.
Compañero de eminencias del básquet bahiense como Coco Bruni y referentes de Pacífico como Bournaud y Agulló, Nestor Salvatori sorprendía por entrega, coraje y ser alguien heterodoxo, en un momento donde se jugaban bajo estrictos cánones.
«Fue un adelantado en muchos aspectos. Lo que después vimos con Cabrera, de tirar fajas, de hacer cosas poco ortodoxas en el básquet el ya las hacía. Penetraba, se la pasaba por la espalda, tiraba bandejas haciendo fajas. En ese sentido fue un adelantado. Luchador, con espíritu guerrero, si se tenía que tirar de cabeza lo hacía sin dudarlo, era su filosofía de básquet».
«Si tengo que definir su estilo, era moderno para la época. Se anticipó a muchas cosas que hicieron los grandes de este deporte a la generación siguiente. A la hora de entrenar era el primero, nunca una quejaba y daba el ejemplo», dice Jorge.
Su hijo Andrés siempre tuvo la frustración de no haberlo podido ver dentro de una cancha de básquet, debido a que se retiró joven para finiquitar sus estudios de Ingeniería en la UNS.
Su nieto ha dado el salto a una categoría mayor y porta el apellido con orgullo en Pérfora, que al momento de la aparición de la pandemia de COVI-19 estaba disputando el Torneo Federal.
Con ese legado más vivo que nunca, a cinco años de su partida, lo recordamos como un símbolo de Pacífico y una referencia ineludible, que nos hace visualizar esa imagen que habla del estilo que marcó en cada actividad que practicó, porque así como volaba con la garrocha, lo hacía en el arco, en una pelota dividida en una cancha de básquet o arrojándose al polvo de ladrillo por una pelota perdida, como hacen los «locos»… o los distintos.