Un día como hoy pero de 2017 fallecía a sus 78 años uno de los máximos referentes que tuvo el básquet bahiense: Carlos Boismené.
“Tite” fue un reconocido entrenador nacional e internacionalmente, que supo perdurar en el tiempo por su verborrágica personalidad y su capacidad motivadora, además de su talento en la dirección técnico.
Gritón y protestón dentro de la cancha, pero gracioso y alegre fuera del rectángulo, Carlos Boismené reunía todas estas características por un solo motivo: su pasión por el básquet.
Se convirtió en entrenador de joven a los 26 años. Al no ser un jugador destacado en la época tomó las riendas de Estudiantes, para sacarlo campeón del torneo de Segunda. Luego dirigió a 9 de Julio, Comercial, Sportivo, Barracas, Napostá, y Rivadavia de Necochea. Además, logró el campeonato nacional de clubes con Olimpo y Leandro N. Alem.
Carlos Boismené y su paso a la historia
El inicio de la Liga Nacional profesional le permitió dar el salto de calidad para transformarse en uno de los mejores entrenadores del país. Allí fue entrenador de Olimpo, Pacífico, Estudiantes, siendo el único en dirigir a los tres grandes de Bahía Blanca en Liga Nacional. Además tuvo un paso por River.
Y el salto sería aun mas grande, cuando en 1990 fue designado como entrenador de la Selección Argentina. Dirigió el Mundial de 1990 finalizando en la octava posición, el Sudamericano de 1991 de Venezuela (medalla de bronce) y el Panamericano de 1992 de Cuba (sexta posición).
Además, tuvo dos experiencias en el exterior. Orientó a Regatas Lima, de Perú, en el Sudamericano de Colombia, en 1995. Luego, lo contrató Trotamundos de Valencia (1994) y volvió a Regatas Lima, en 1997 y 1998.
“En esa época discerníamos entre los entrenadores que eran más rápidos en el banco o los que entrenaban mejor en la semana. Tite era bueno en las dos facetas: en el banco era chispa pura y también entrenaba bien” describió el periodista Juan Carlos Meschini en entrevista con Ciudad del Basquet.
“Si Dios me da suerte, voy a morir en una cancha”, dijo Carlos Boismené a La Nueva a principios de 2011. Y así lo fue, porque su representación y su legado estuvo hasta el último día de su vida en las canchas de la capital del básquet. Y continúan estando desde su paso a la inmortalidad.
Fotos: La Nueva.