Un día como hoy pero del año 2004, la Selección Argentina de básquet lograba la victoria deportiva más rutilante del deporte nacional con tres hombres nacidos en Bahía Blanca.
EL BÁSQUET Y BAHÍA BLANCA EN LO MAS ALTO
Qué se puede decir de lo que ya se ha escrito una y otra vez a lo largo de estos 20 años, parece increíble, pero décadas después y en un año Olímpico, la hazaña se hace cada día más grande.
Cerca estuvieron Jokic, el mejor jugador del mundo de la actualidad, junto con sus compañeros, o Francia, en su mayoría con jugadores NBA o con pasado en la mejor liga del mundo, esto juegos de París de poder decir que hicieron lo mismo que Ginóbili, Montecchia y Pepe Sánchez, pero no pudieron y el hito se vuelve más inconmensurable.
Poner las cosas en contexto tiempo después es un ejercicio que tenemos que hacer todos, porque cuando se pone distancia de un mojón parteaguas relevante como fue el triunfo de Argentina aquella tarde en Atenas frente a Italia, muchas situaciones, jugadas, nombres propios e historias se distorsionan, algunas se minimizan, otras se agrandan y así con cada elemento, persona o situación que haya sido protagonista directo del hecho histórico en sí.
Primero y principal, aunque el triunfo más rutilante e importante haya sido el de las semifinales con EEUU, Argentina no venía mostrando su mejor versión basquetbolística como uno puede pretender cerrando los ojos y tratando de evocar a ese equipo.
Nueve partidos de preparación para Atenas 2004 varios de ellos en el viejo continente, el reemplazo de algunos jugadores que habían estado en Indianápolis y la aparición de otros que serían claves en el momento más duro del torneo.
La previa no fue la mejor, Argentina no mostraba ni cerca el básquet que había desplegado en Indianápolis y la presión interna y ajena de tener que demostrar que estaban a la altura de las circunstancias, hacían más daño de lo que se piense.
Alejandro Montecchia, Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto y Rubén Wolkowyski fueron los encargados de abrir el certamen frente a la misma Serbia y Montenegro que les había robado el oro mundial.
Tras un partido dominado por la selección, se tuvo que remar de atrás en los últimos 10 minutos, con un Manu Ginóbili estelar con 27 puntos, se necesitó un tiro fuera de contexto forjado en Bahía para que Argentina se llevara el partido por la mínima 83 a 82.
Se recuerda una y otra vez la última jugada de aquel partido, contada por los propios protagonistas de nuestra ciudad, que fueron los artífices de aquel momento icónico.
Más allá de esto, pocos recuerdan doble y falta y el triple de Carlos Delfino cuando el partido se había puesto cuesta arriba y Serbia había pasado al frente, o la jugada de tres puntos de Manu previo a la «Palomita», o la participación crucial de un joven Scola en el cuarto final.
Poco duró la alegría para el conjunto de Magnano, porque una vez más, cuando no, España la derrotó de manera clara en el segundo juego 87 a 76 y puso al seleccionado en una situación delicada pensando en la clasificación y los cruces de cuartos de final.
Las victorias sobre China (82-57) y Nueva Zelanda (98 a 94) le aseguraron el pase a la instancia definitiva, pero la derrota contra Italia hizo que el camino sea el más complicado y con la sensación de que jugando como se lo estaba haciendo, no iba a ser suficiente, porque esperaba el local, con una historia rica en básquet y un público de los más «picantes» del mundo FIBA.
En palabras de los propios protagonistas los cuartos de final frente a Grecia fue el enfrentamiento más complicado, desde lo mental y deportivo del Torneo Olímpico, por instancia, por el rival, por ser visitantes y por tener que mejorar lo que se había hecho hasta el momento.
Se necesitó de alguien fuera de contexto para romper la dinámica de un partido que todo parecía indicar que iba a ser derrota. Walter Hermann, factor X de ese juego, así se lo cuenta a Pepe Sánchez con un condimento extra de lo ocurrido en la final.
El ingreso del jugador nacido en Venado Tuerto cambió el rumbo de un partido que tenía a Argentina debajo en el marcador. Los ocho puntos del ex jugador de Atenas de Córdoba le modificaron el semblante a la selección que se terminó llevando el duelo con un escueto 69-64. Párrafo aparte para el triple de Montecchia sobre el cierre del duelo, en un tiro clutch, poco recordado por la actuación del blondo alero santafecino.
Tan solo un día después, Argentina debía enfrentar a EEUU, con la chance de asegurarse una medalla si podía derrotar al equipo conducido por Tim Duncan, Iverson y Marbury.
Se necesitaron de los 29 puntos de Manu Ginóbili y otro ingreso estelar de Hermann para asegurarse la medalla en un enfrentamiento del cual se ha escrito un reguero de tinta, pero que siempre está bueno recordar.
Hay que hacer honor a todos, porque el plantel casi al completo fue protagonista de ese partido jugando a un nivel altísimo: Manu Ginóbili (totalizó 29 puntos, 9/13 en tiros de campo 4/6 en triples), figura excluyente del partido, y el aporte de un equipo granítico y contundente. Luis Scola aportó 10 puntos y cuatro rebotes; Andrés Nocioni, 13 y cinco; Fabricio Oberto, seis y seis; Pepe Sánchez, cuatro y siete asistencias; Alejandro Montecchia, 12 y dos; y Walter Herrmann, desde el banco, fue el factor X una vez más cuando parecía que USA Basket se acercaba en el marcador.
Lo que significó a nivel deportivo es claro, Argentina es hasta el momento, el único equipo en la historia en dejar eliminado a un equipo norteamericano conformado por jugadores NBA y el único país existente en la actualidad (Yugoslavia y la URSS son los otros) en haber obtenido una medalla de oro en básquet más allá de EEUU.
Para llegar al oro se tuvo que derrotar a Italia, equipo con el que se había perdido en la fase inicial, pero al que no le dejaron ningún tipo de resquicio para intentar apartarlos de la gloria eterna.
Si Grecia fue el partido de Hermann y EEUU el partido de Manu Ginóbili, la final fue el partido de otro de Bahía Blanca: Alejandro Montecchia.
El «Puma» tuvo su mejor actuación en el juego decisivo con 17 pts y triples claves para finiquitar cualquier tipo de intentona italiana de remontada, además Bahía Blanca se pudo dar el lujo de quedarse no solo con tres medallistas olímpicos, si no con la imagen de los tres en cancha en el momento de la coronación.
Es difícil escribir sobre un hecho del que tanto se ha hablado, pero 20 años después, está bueno recordar algunos detalles que se escapan del imaginario colectivo.