El 3 de septiembre del 2021 marca el punto cúlmine de un proceso que inició con el recambio de la Generación Dorada, la transición y el legado de un futuro prometedor. Detrás de todo, estuvo Sergio Hernández como una constante matemática, hoy deja su lugar, pero el resultado es más que solo eso.
SERGIO HERNÁNDEZ Y LA SELECCIÓN NACIONAL
Dos ciclos, con una transición en el medio que lo tuvo como partícipe desde otro costado, marcan a las claras que el entrenador bahiense ha sido una continuidad pocas veces vista en el deporte argentino.
Todo inició allá por el 2005 cuando Horacio Muratore, por ese tiempo presidente de la CAB, se inclinó por Oveja relegando la opción de Huevo Sánchez, quien era uno de los candidatos de fierro en aquel momento.
“Hoy creo que el técnico de la Selección no pasa por mí. De la Selección no tengo absolutamente nada, sólo una charla muy cordial y que yo agradezco a la Confederación», había manifestado Hernández a el diario La Nación dos días antes que se anunciara su contratación.
Ya en el cargo, la tarea no era para nada sencilla. El ciclo más exitoso de la selección Argentina terminaba con la salida de Rubén Magnano y había que reconfigurar el futuro de la Generación Dorada. Sergio Hernández tenía una vara muy alta que mantener y su gestión así lo hizo.
El Mundial de Japón 2006 fue un golpe anímico duro, no solo para los jugadores, si no para el cuerpo técnico que veía escurrirse entre las manos la posibilidad de ir por la revancha de Indianápolis.
La semifinal frente a España, el triple de Chapu Nocioni que no quiso entrar y la conclusión de que había que pensar en Beijin, con un equipo que necesitaba del recambio lógico de la edad.
Clasificar a un Juego Olímpico no es una tarea sencilla, sobre todo si EEUU lleva casi lo mejor de lo mejor para asegurar el pase. Argentina, con varios recambios, aseguró el viaje a tierras asiáticas con el subcampeonato en el Preolímpico de Las Vegas.
La final del torneo fue derrota ante el local, que había presentado un equipo muy poderoso, encabezado por LeBron James, Kobe Bryant y Carmelo Anthony.
De cara a los Juegos Olímpicos de Beijing se hizo una preparación de larga duración que incluyó el Torneo Diamond Ball en China, donde Argentina se impuso ante seleccionados del calibre de Serbia (último campeón) y Australia.
Si Japón parece una tierra vedada para el triunfo de los dirigidos por Sergio Hernández, China es inversamente proporcional. La revancha llegaría en forma de medalla olímpica; sorteando las dificultades de no contar con Manu Ginóbili por lesión, y enfrentando a una potencia como Lituania, Argentina se llevó el tercer puesto con varios jugadores de rotación siendo importantes y así lo vivía Oveja:
Luego de obtener el bronce en China, Sergio Hernández dejaría el cargo en manos de su ayudante en los Juegos, Julio Lamas, quien tras lograr la clasificación en Mar del Plata, convocaría al bahiense para que sea su asistente en Londres 2012.
El segundo proceso de nuestro protagonista correría con objetivos diametralmente opuestos a su primera gestión. Con la Generación Dorada en la puerta de salida, la intención era reconstruir el proyecto apoyándose en un plan a largo plazo que implicaría un trabajo a conciencia desde las bases, que involucraría a varios actores.
«Más allá de que el sentimiento inicial es el mismo que tuve cuando fui designado en 2005, de tremenda felicidad, ilusión y orgullo, hoy su suma otro punto que, para mi decisión final, fue determinante. Y es el hecho de poner el hombro en un momento tan delicado. Este es un desafío diferente a aquél. Los que tenemos más experiencia debemos hacernos cargo. Es así. Hoy todos somos parte de la Selección», manifestó Hernández. Y amplió: «Poder estar en este nuevo proceso me motiva. Es un desafío. Un compromiso. Sentí que no podía rechazar la oferta desde ese punto, al margen de cualquier cuestión económica. Es un momento en el que hay que estar, sí o sí. Al menos así lo pienso yo».
Desde lo deportivo y organizacional, la segunda etapa de Oveja es el mayor legado como cabeza de un proyecto deportivo. Tener que mantener la competitividad, mientras se realiza el recambio de la mejor generación de jugadores de la historia del básquet argentino, no es sencillo.
Contando solo con Scola y Nocioni, de los «históricos», logró la clasificación a los juegos de Rio poniendo la piedra angular de lo que sería la base de jugadores que lo llevaría a jugar una final del mundo cuatro años más tarde: Campazzo, Garino, Delía, Laprovíttola, Brussino, Deck.
La gesta deportiva en México no puede pasar desapercibida a la hora de evaluar la labor del entrenador en el seleccionado. El contexto competitivo era muy duro, teniendo en cuenta el recambio, la inexperiencia de varios jugadores y que solo había dos pasajes para Río, con muchos contendientes de fuste y roce internacional.
Argentina hizo un torneo de excelencia, cayendo en la final luego de un agotador periplo en el que dejaron en el camino a una Canadá plagada de jugadores NBA y cosechando el objetivo luego de derrotar al local en un Palacio de los Deportes convertido en «zona de guerra».
Con la salida de Manu Ginóbili y Chapu Nocioni del seleccionado, Sergio Hernández focalizó su trabajo en consolidar ese grupo que había dado el primer paso en tierras Aztecas.
La mano del entrenador pocas veces se vio como en el Mundial del 2019, donde el nivel de aplicación táctica de los jugadores llegó a puntos de ejecución altísimos en tiempo prolongados. La ejecución del plan elaborado por el coach rozó la perfección, sobre todo en el costado defensivo, donde se vieron actuaciones sobresalientes, incluso, por encima del nivel real de los protagonistas.
El objetivo inicial del segundo proceso estaba logrado. Argentina supo imponerse al recambio con trabajo y dedicación plena, además colocó a varios en la elite a nivel mundial como Campazzo, Vildoza, Deck, Laprovittola etc.
«Este es el mejor equipo que dirigí en mi vida, no tenemos distracciones, tenemos jugadores en altísimo nivel, somos aplicados y valientes” dijo tras haber dejado afuera a Francia en semifinales.
EL CAMINO DEJADO POR SERGIO HERNÁNDEZ
La pandemia de COVID-19, privó a este grupo, de llegar en el nivel óptimo de juego a Tokio 2020: Campazzo, agotado tras un año sin descanso entre el Madrid y su transición NBA, Deck cargando secuelas de la enfermedad, Garino arrastrando lesiones que lo privaron de continuidad, Vildoza sin actividad por meses tras su paso a Nueva York, el paso del tiempo indefectible para el capitán.
Más allá de esto, no se puede dejar de lado la cuestión de fondo y el verdadero triunfo de la gestión de Hernández al frente del seleccionado: la vigencia y el futuro.
Sergio Hernández deja su cargo con un equipo consolidado, con posiblemente cuatro jugadores en la NBA, y la certeza de que hay un camino claro por donde transitar.
“Me voy feliz y tranquilo. Lo disfruté un montón pero me parece que hay momentos en que se cumplen las etapas. Y es hora de que comience un nuevo proceso, lo creo sinceramente. No tengo tantos motivos para dejar la Selección, pero siempre mi carrera tuve la intuición de cuando parar y empezar algo nuevo. Y seguirla es algo que me ha dado resultados. Hoy siento que tengo que tomar otro camino y que un nuevo entrenador debe comenzar una nueva etapa en la Selección”, dijo oveja en su salida.
El hombre que entendió todo. ?
Nuestro homenaje. ❤️???#GraciasOveja pic.twitter.com/uuHv6fvBIX
— CAB (@cabboficial) September 4, 2021
La tarea está hecha, Sergio Hernández logró el objetivo más difícil de todos, dejar al seleccionado mayor con perspectivas a futuro esperanzadoras, con una línea de juego marcada y el respeto de todo el básquet internacional. No es poco, para más de una década de trabajo. ¡Gracias Sergio!