Corría el año 1999 cuando en Bahía Blanca se disputaba el Campeonato Sudamericano número 38. No fue uno más, algunos de los jugadores que después abrazarían la gloria a nivel mundial verían sus primeros minutos con la camiseta nacional.
En una etapa de muchas ausencias en el seleccionado de básquet (Milanesio, Nicola, Sconochini, Osella), Julio Lamas tuvo que armar un plantel plagado de jóvenes que venían de hacer una gran actuación en el mundial juvenil y que contaba con varios representantes locales, entre ellos: Hernán Emilio Jasen, Juan Ignacio Sánchez, Juan Alberto Espil, Alejandro Ariel Montecchia y Emanuel David Ginóbili.
El 38avo Torneo Sudamericano:
El tornero disputado en el Osvaldo Casanova contó con la participación de Brasil, Venezuela, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina como organizador.
Brasil (máximo ganador de certamen con 18) se impuso en el grupo A ganando en sus cuatro presentaciones de manera categórica, pese a no contar con tres de sus mejores jugadores del momento por lesión (Rogerio, Pipoca y Janjao).
En el otro grupo Argentina hizo lo suyo imponiéndose con claridad en sus cuatro presentaciones. Con Juan Alberto Espil como emblema del ataque y mostrando amplia superioridad sobre unos rivales que no estaban al mismo nivel basquetbolístico. La clara polaridad entre la élite del básquet Sudamericano quedó evidente en aquellos que llegaron a la segunda ronda.
La primera gran medida para los locales fue la semifinal contra Uruguay, pero el conjunto de Lamas pudo destrabar el encuentro y ganarlo cómodamente 87 a 52. Brasil se impuso en la otra semi a Venezuela en un partido mucho más disputado 91 a 86.
La final jugada en un abarrotado Osvaldo Casanova, fue victoria para los brasileños 73 a 67 que, de esta manera, consiguieron su décimo quinto título. No fue el mejor partido para Argentina, que vio como su gran nivel ofensivo mantenido durante todo el torneo se derrumbaba ante un combinado Brasileño más experimentado.
El resultado es una anécdota ya que lo importante fue el debut de jugadores como Andrés Nocioni, y Leonardo Gutiérrez y la participación de varios que luego serían el núcleo y la columna vertebral de la generación dorada como su icónico capitán: Luis Scola.
Juan Espil fue nombrado figura del torneo Sudamericano y Argentina de esta manera se clasificó al Torneo de las Américas y los Juegos Panamericanos de ese mismo año.