Bahía Blanca tiene referencias ineludibles a la hora de hablar de su historia. Una de ellas es Mario Minervino, ingeniero, periodista e historiador, con quien hablamos de manera extensa sobre su vida, la ciudad, el básquet, la arquitectura y mucho más. Acá les dejamos la segunda parte.
MARIO MINERVINO: «BETO, LITO Y POLO ERAN COMO EL RENACIMIENTO ITALIANO»
En este apartado Mario se mete de lleno en el básquet de la ciudad, El Casanova y su construcción, los referentes históricos, las comparaciones y el presente.
¿Los 60 y 70 fueron la dorada del deporte en la ciudad?
“En esa época el básquet era una temática recurrente, en lugares de Bahía icónicos como “La Rotonda” en Galeria Plaza, en el “Café número uno”, en el “Shao Shao” la gente se juntaba a discutir sobre el torneo local, las selecciones de la ciudad y provincia”.
“Se jugó contra Yugoslavia, contra EEUU, con jugadores de 2,17 mts, 2,05 contra los nuestros, que tenían a cuatro de 1,86 mts y con esa desventaja física y de preparación notoria, se les ganó. Eso forja una identidad, una mística que es imborrable”.
“La actitud siempre fue innegociable para el bahiense que va a ver básquet y creo que perdura hasta hoy. La triada histórica era una muestra cabal de ello, cuando se ponían la camiseta de Bahía se transformaban. Me acuerdo hablar con Lito cuando comenzó con el Museo del Deporte y le preguntaba, como hacía para agarrar tantos rebotes siendo un tipo de 1,87, eso habla de la actitud, del deseo, de la competitividad y el hambre que tenían”.
¿Dónde surge esa identidad de Bahía con el Básquet?
“Considero que la la identidad de Bahía con el básquet pasa por el entendimiento que hay de este deporte en la ciudad. Cualquier bahiense puede hablar del deporte, porque directa o indirectamente estuvo vinculado con él. En la actualidad a nivel competitivo hemos quedado relegados, pero lo que se vive en la ciudad con el básquet perdura, sobre todo en los clubes de barrio, que siguen nucleando a muchísimos chicos y chicas con la actividad”.
“Hay una línea temporal que vincula al básquet con la ciudad desde comienzos del siglo XX y que fue creciendo a medida que fue pasando el tiempo. Ya en 1920/1930 había campeonatos al aire libre a cancha llena, los domingos a la mañana con piso de tierra e iba más gente que a ver fútbol. Y si lo pensás, en los logros más grandes del deporte a nivel nacional, Bahía estuvo implicada directamente, sobre todo en Atenas 2004, con tres bahienses en cancha colgándose una medalla dorada”.
¿Cómo lo ves en el siglo XXI?
“Lo que cambió con la modernidad, tiene que ver con la identificación de la gente con sus jugadores. Ahora lamentablemente no los vemos durante toda su carrera jugando en Bahía. Los que se forman acá, terminan emigrando por una cuestión lógica y eso ha debilitado, a mi entender, esa identificación cuasi mística, con nuestros jugadores”.
Hablando de canchas al aire libre, eso nunca impidió la competencia ¿Cuáles fueron los primeros lugares cerrados?
“Cuando se inauguró el Salón de los Deportes en Soler 444, era utilizado para el boxeo, pero en los 40 modificaban el lugar para que se transforme en cancha de básquet. Cuando venían equipos de afuera se jugaba ahí, porque era el único lugar cerrado. Fruet siempre contaba que la cancha era muy chica y que uno de los aros no tenía fondo y delimitaba con la pared, por lo que era complicado tomarle la mano a los puntos de referencia”.
“Otro de los lugares que se usaba por esa época, era el salón de fiestas de Olimpo, porque no se podía jugar de noche o a la intemperie en época invernal y se trataba de conseguir espacios con dimensiones que se pudieran adaptar, por lo menos hasta que existió un sitio acorde y preparado exclusivamente para el básquet”.
Me imagino que estás hablando del Casanova
“Construir un estadio como el Osvaldo Casanova en 1939 es un indicativo claro de lo que significaba el deporte madre para la ciudad. Se tardó 20 años en ponerle techo y en el 60, ya tenía piso de parquet, cuando en la actualidad, todavía hay canchas fuera de Bahía que tienen baldosa.
Es curioso, porque el piso es el que se utilizó en el Mundial del 50 en el Luna Park y Bahía, por ese entonces iba a ser sub-sede del mundial de Uruguay, pero al final por cuestiones de políticas, la URSS no pudo venir y se cayó la chance de tener un Mundial en Bahía”.
LA CATEDRAL DEL BÁSQUET DE BAHÍA BLANCA
Hablemos un poco de ingeniería y básquet. La obra del estadio de Estudiantes ¿Cómo la calificarías?
“La estructura en sí del Casanova, si le sacás el techo, no sería tan impresionante, porque si contás los escalones de la tribuna, tan solo son 10, pero cuando se techó, se ganó en altura y le dio una espacialidad que le otorga un carácter majestuoso”.
“La cubierta es una obra extraordinaria de ingeniería a nivel mundial y se hizo en una época en que ese tipo de cerrado no era habitual. Un ingeniero civil de la ciudad, llamado José Néstor Distéfano de 29 años de edad, que por aquel entonces era el Decano del departamento de Ingeniería de la UNS, tuvo la idea de hacer esta cubierta colgante que tiene una forma de montura de caballo (paraboloide hiperbólico, en la jerga profesional) y hasta el día de hoy, sigue siendo impresionante”.
¿Se hizo ese tipo de techo por algún motivo en particular?
“El gran problema para Distéfano era que el estadio ya estaba construido, por lo que tuvo que pensar cuál era la mejor manera de cerrarlo. La forma ovalada de la estructura ya condicionaba y encima, había construcciones alrededor de la cancha. Estudiantes llamó a un concurso de ideas y aparecían opciones de tinglados de chapa, pero se les iba del presupuesto pensado. Cuando Distéfano lleva su propuesta, cerraba desde lo económico, porque era más barata que hacerlo de chapa y además se construía más rápido. El gran problema fue convencer a los dirigentes del club cuando le llevaron la propuesta por su rareza”.
¿No era para nada común un techo así en los 50 no?
“El techo era un entramado de cables de acero, separados unos 50 cm, con otro cruzado. Después, se le ponían las losetas de 1 x 50 que se iban enganchando a los cables. Cuando las losetas eran colocadas, iban dándole la forma de doble curvatura. Esto era producido por el propio peso de las mismas, que además, termina aguantando el peso de la estructura, distribuyendo la carga de manera perfecta”.
¿Cómo se hicieron las losetas que vemos en el techo?
“En el propio piso de la cancha. Se pusieron tirantes y se los rellenaba de cemento y arena para darle la forma necesaria, con unos ganchos a los costados para que puedan ser colocados sobre los cables de acero”.
“Se arrancó poniendo la franja del medio para que se hunda la estructura de cables de acero y fuera más sencillo poner las contiguas. Los dirigentes cuando vieron los cables por primera vez no creían que iba a tomar la forma que le había mostrado el ingeniero en la maqueta.
Distéfano una vez concluida la obra ,se fue de Bahía y terminó haciendo una carrera profesional brillante, incluso hasta dando clases en la universidad de Berkeley en California”.
Es una obra increíble y no deja de maravillar, por más que tiene más de 80 años
“El Osvaldo Casanova ha quedado atrasado desde la comodidad, pero sigue siendo como estructura algo impresionante. Sigo entrando al día de hoy y me maravilla como el primer día. El gran problema es que es una obra escondida y eso es una gran contra para apreciar la estructura desde afuera”.
El hecho de que esté escondido en la manzana y se entre por el pasillo, a mi entender le da una sensación de impacto impresionante al que lo ve por primera vez, incluso se va generando una expectación con el sonido del básquet, el rechinar de las zapatillas, los gritos. ¿No te parece?
“Pensándolo de esa manera el estadio tiene algo del Barroco, esa entrada con el pasillo que no te muestra lo que hay del otro lado y uno pasa la puerta de acceso y se impresiona con la estructura. Algo similar a lo que quería lograr ese movimiento arquitectónico con sus estructuras. El sorprender e impresionar, dándole esa cuestión escenográfica y hasta dramática cuando los vez por primera vez. No creo que esté hecho con esa intención, pero a quedado de esa forma”.
La historia del arte salió a la palestra. ¿Podrías comparar la triada de la Era Dorada del básquet bahiense con un movimiento artístico?
“Creo que la época dorada de Fruet/Cabrera/De Lizaso podríamos compararla con el Renacimiento Italiano. En el 1500 la humanidad recupera la fe en el hombre, después de la Edad Media y el hombre se vuelve el centro de todo, el foco se corre de Dios al Hombre (con mayúsculas) y esa confianza hizo que aparecieran artistas como Miguel Angel, Rafael, Da Vinci, todos al mismo tiempo.”
“Entre el 60 y el 70 ocurrió algo similar en Bahía Blanca con el básquet. Hubo un impulso, un crecimiento una confianza en sí mismo que llevó a la aparición de grandes exponentes. No es casualidad de que además de la triada estuvieran al mismo tiempo jugadores como Monachesi, Cortondo, Ojunián, Alvarez Rojo etc toda una camada que coincide a su vez con un periodismo de primera calidad, que acompañó ese fenómeno y lo masificó, de la mano de Coleffi, Santiago etc.
Incluso un árbitro como Rodolfo Gómez, que le daba al espectáculo un impulso tan grande como significó el Renacimiento italiano en el 1500”.
Te redoblo la apuesta. ¿Cómo calificarías al trío Ginóbili, Montecchia y Sánchez?
“En el mundo de la arquitectura hay un movimiento que se llama los Star Architects, que son figuras que han aparecido como Frank Gehry, Norman Foster, Renzo Piano, Cesar Pelli, que hacen obras que son de marca. Sus trabajos fueron transformadores, no solo por la obra misma, si no por como impulsaron el contexto donde están edificadas, los lugares y demás. Son las estrellas de la arquitectura moderna, con un sello propio y distintivo que hicieron mejores a los lugares donde irrumpieron, como Manu, como Pepe, como el Puma”.
Pasemos al básquet en la casa. ¿Tu hijo Mario está haciendo carrera en Europa?
“Si, está en Madrid en este momento, fue jugador de Pacífico, Independiente y jugó en Punta Alta, nunca destacó realmente, pero es un apasionado del básquet. Inició dirigiendo en menores varones y mujeres. Hace unos siete años recibió una oferta para ir dirigir a Puerto Varas, en un equipo de la Liga Nacional como asistente y después como entrenador principal. Estuvo cinco años en Chile y después de eso se fue a España donde está en el Estudiantes de Madrid y en la liga local de colegios”.
¿El contacto fue Pancho Jasen?
«Si, Pancho le ofreció un lugar y está comenzando de abajo con las inferiores. En este momento está en un Campus en Granada, que es de los más importantes del país, está muy contento en el equipo”.
¿Fue el único de tus hijos vinculado al básquet?
“Mis tres hijos mayores jugaron, los llevé de chicos a 9 de Julio porque era el club que nos quedaba más cerca. Mario después se fue a Pacífico y siguió su carrera ahí, los otros dos se dedicaron a estudiar, aunque unos de ellos jugó un tiempo en Gimnasia de La Plata”.
El Fútbol era lo tuyo como actividad, pero ¿Qué lugar ocupa el básquet?
“El básquet realmente me apasiona, pero sobre todo desde el lado histórico y particularmente esos años entre los 60, 70 y algo de los 80. El campeonato del 80 con la llegada masiva de los americanos a la ciudad es de mis temporadas favoritas. Todos los equipos se habían reforzado con extranjeros, una verdadera extrañeza para un torneo de índole local, pero es lo que marca la importancia del torneo interno en Bahía Blanca”.
“Después en los 80 viví a pleno lo que hizo Pacífico en los inicios de la Liga Nacional, con Richotti, De Battista, Forrest y demás. Pacífico para mi entender era el heredero de la mística del básquet bahiense de la Era Dorada, porque la mayoría eran jugadores de acá, que habían nacido en el barrio o habían jugado el torneo local. Richotti, Belleggia, De Battista, eran del barrio, entonces era muy fácil empatizar con el vecino, con el que te atendía en el banco como Marcelo, con el David que vencía a Goliat, eso era Pacífico en ese entonces”.
¿Algún otro equipo de Bahía en la Liga Nacional que te haya gustado?
“Después de Pacífico, me quedo con ese Estudiantes del Che García que llega a la final contra GEPU, en el que estaba Espil, Faggiano, Montenegro, Arenas. Si te fijás el denominador común es es de la vinculación con los jugadores de acá, siempre es más fácil encariñarse con aquellos a los que uno ve a diario y sabe que van a dejar todo por defender el básquet de la ciudad”.
Estamos en medio del proceso de construcción de la Ruta del Básquet. La pregunta es casi obligada ¿Cuál sería el recorrido de Mario Minervino?
“No quiero ser irrespetuoso y meterme en el trabajo de ustedes, pero yo iniciaría el recorrido en la ABB, después pasaría por Estudiantes y Olimpo por todo lo que representan en la historia del básquet bahiense. Después intuyo que iría a Bahiense del Norte, esto más que nada por la cantidad de jugadores, entrenadores y dirigentes que forjaron en la modernidad de la ciudad, también Liniers y después por Villa Mitre, para mostrar como un club puede darle identidad a todo un barrio, como los colores de una institución pueden transformar a un lugar en un epicentro con características de ciudad”.
“Si prospera el proyecto para transformar la plaza Pellegrini en la plaza del Básquet, yo creo que no hay dudas que ese sería el punto inicial. Agregaría un detalle temporal: a los clubes de barrio haría las visitas por la tarde, para mostrar la vida y el movimiento que generan cada una de las instituciones que están directamente vinculadas con una barriada, como Estrella, con el San Martín, Velocidad con el Noroeste, Comercial y Whitense con Ingeniero White, etc”.
La última, ¿Cómo ves la situación del básquet en la actualidad?
“Me duele mucho que Bahía no tenga un representativo a nivel nacional en la primera categoría, incluso ahora con la desarticulación del proyecto de Bahía Basket es un golpe muy grande para todos los que amamos este deporte”.
“Se hace muy difícil defender el estatus de Capital Nacional del básquet, si no estamos compitiendo contra los mejores, más allá que en el ámbito interno se siga generando algo que no se produce en ningún punto del país, necesitas de ese equipo que identifique a la ciudad a nivel nacional. Entiendo que es complicado, pero no podemos dejar que desaparezca Bahía en la elite, porque Bahía es Básquet”.