El 22 de febrero del 2013, Bahía Basket se rindió a los pies de Juan Espil en la previa de su encuentro contra Olímpico de la Banda. No fue un día más, era el indicado para que la ciudad entera festejara a su «escopetero».
LA 10 DE JUAN ESPIL EN LO MÁS ALTO
Así ocurrió: a lo más alto del Casanova subió la camiseta de su tirador más fiable. Transpirada en innumerable cantidad de oportunidades, tanto en su etapa en Estudiantes como a su regreso a Bahía Basket, quedó inmortalizada al mejor estilo NBA. Los merecimientos sobraban.
El «dueño de los susurros» perforó redes como pocos en su extensísima carrera profesional. «Jamás imaginé tener una carrera tan larga. Mis padres me habían inculcado el estudio como primordial, pero la vida me fue llevando a dedicarme a esto de manera profesional. Estar en una cancha a los 44 años de edad en buen nivel fue algo soñado», rememora el shooter.
Cuarto goleador histórico de la Liga Nacional de Básquet con 12472 pts, promediando 21.2 por juego, tercer máximo anotador de triples en un partido (12) propinados a Boca Juniors vistiendo la camiseta del albo, tercer máximo anotador de tres puntos en la LNB (1751), líder histórico en triples convertidos en finales, fue en la temporada 92/93 a Atenas con los colores de GEPU de San Luis y todo esto sin dejar de lado que dejó la Argentina para continuar su carrera en Europa desde el 96 al 2008.
Les dio años de ventaja a los goleadores domésticos hasta su regreso a finales de la primera década del 2000, con pasos en Boca Juniors, Obras Sanitarias y finalmente Bahía Basket. «Terminar mi carrera en Bahía Blanca fue como cerrar un círculo. Después de tantos años en el extranjero y volver al país para jugar en mi casa, frente a la vista de mis amigos y familiares fue especial para todos. Bahía Basket me dio la posibilidad y la abracé con todo lo que tenía».
A 10 meses de su último juego en Mar del Plata después de irse bañado en aplausos por todo el Polideportivo Islas Malvinas, se pudo concretar una despedida a la altura de las circunstancias.
Con un estadio que ya estaba de pie rompió el silencio en un estruendoso aplauso y ovación cuando Juan Espil entró caminando al centro de la cancha junto a su esposa. Le entregaron una plaqueta recordatoria con su camiseta. Lo mismo hicieron, de manera compartida, la organización de Bahía Basket y los dirigentes del Club Estudiantes. En un cuadro aparecieron las dos camisetas de Espil, la del año 92 y la que usó cuando se retiró en el 5to juego ante Peñarol. Además, Coco Bruni le obsequió la de la selección bahiense, muchas veces negada durante los innumerables juegos para la ABB.
Pero los reconocimientos no quedaron en las camisetas y el video, si no que durante los tiempos muertos y parates del partido fueron apareciendo en pantalla gigante personalidades que formaron parte de la vida de Espil narrando algunas palabras recordatorias: así desfilaron los testimonios de Daniel Martínez (Dirigentes de Liniers), Fabián Horvath, Sergio Scariolo y Manel Comas (ambos entrenadores suyo en España), Fabricio Oberto, Néstor García, Juan Carlos Meschini, la hija Stephanie Espil y finalmente Manu Ginóbili.
«En mi última etapa en la Argentina me llevé el respeto de todos los que he enfrentado. Esa situación me quedó grabada y estoy eternamente agradecido, porque la mayoría de mis rivales y compañeros valoraban el hecho de poder compartir una cancha conmigo. Además, el año del retiro fue maravilloso llegando a un quinto juego con ese tremendo equipo que era Peñarol y haciendo un cuarto partido de ensueño en Bahía para coronar mi carrera». cierra Juan Espil.
Pocos pueden decir que han realizado su tarea con tanta excelencia y durante tanto tiempo como Juan Espil, referente de las generaciones siguientes, admirado por propios y extraños, la mejor definición la otorgó su hija, justamente en aquella noche del Casanova: «Papá, sos un artista de lo que hacés».