Un día como hoy pero de 2006 falleció Rubén “Coco” Ferrandi, memorable entrenador de Leandro N. Alem, selecciones de Bahía y de provincia de Buenos Aires.
A 15 años de su partida, el recuerdo de Coco sigue vigente en cada rincón de nuestra ciudad. Verdirrojo de corazón pero querido y admirado por cada personalidad del básquet bahiense.
Cariño que se ganó por su amabilidad y responsabilidad. Metódico a la hora de trabajar, cualidad que lo llevó a convertirse en uno de los mejores entrenadores de la época.
LA CARRERA DE RUBÉN “COCO” FERRANDI
Rubén Ferrandi nació en Bahía Blanca un 25 de junio de 1932. Comenzó a jugar al básquet a sus ocho años en las categorías formativas del club Leandro N. Alem.
A los 15 años debutó en el plantel mayor y hasta sus 26 años disputó 19 partidos, donde contabilizó un total de 42 puntos (datos gentileza Roberto Seibane). Sin destacarse demasiado como jugador, su vinculación con el básquet pasó a ser desde el banco de suplentes, para convertirse en uno de los mejores entrenadores que tuvo Bahía Blanca.
«Una noche, fue allá por 1950 o 1951, siendo yo muy jovencito, de pronto, mis compañeros me pidieron que asuma la dirección técnica del equipo. Es todavía hoy que tengo mis dudas sobre si querían sacarme del elenco, por malo, o porque vieron en mí vocación de conductor» comentó Coco en conversación con La Nueva Provincia en el año 2005.
Fue así como inició su exitosa carrera como entrenador. Dirigió al club de sus amores en diversas temporadas y logró el título más importante en la historia de Alem: el torneo de Primera de 1980.
También orientó la selección de Bahía Blanca, obteniendo el título provincial de mayores en 1965 junto a Fruet, Cabrera, De Lizaso y compañía.
Con la base bahiense también conquistó los torneos argentinos de 1966 y 1967 junto a la selección de Provincia de Buenos Aires.
Además, fue parte del cuerpo técnico de la selección Argentina en el Mundial de Uruguay de 1967.
EL HISTÓRICO CAMPEONATO DE 1980
Aquel campeonato de 1980 fue quizás el más importante de la historia de torneos locales bahienses. Una verdadera revolución basquetbolística vivió nuestra ciudad con planteles de alta jerarquía, a la altura de lo que fue años después la Liga Nacional.
Extranjeros de élite en casi todos los planteles, grandes talentos locales, los mejores entrenadores del país (incluso algunos extranjeros) y canchas desbordadas por una pasión que sentía como nunca jamás la Capital del Básquet.
Leandro N. Alem se quedó con aquel histórico campeonato de la mano de sus extranjeros Lewis Linder y Gerald Cunningham mas jugadores de la casa como Ramón Priore, Carlitos Lacunza, Velasque Ibalo, Ariel Medina, el ‘Negro’ De la Vega, Agustín Llul, Rodrigo Torre, entre otros. Incluso tuvo minutos un joven Hernán Montenegro con tan solo 13 años.
«Apenas los conocí y los hice entrenar me dí cuenta que se trataban de algo especial. Y había montones de detalles que me preocupaban. Por ejemplo, nuestro modesto vestuario. Recuerdo que, tímidamente, les pregunté si se pensaban bañar en él.’¿Tiene agua caliente?», me inquirió Linder. Tras la respuesta afirmativa, el selló mis dudas con un ‘listo, suficiente» comentó en aquella oportunidad sobre Linder y Cunningham.
A Rubén Ferrandi hubo que convencerlo para que tome las riendas de aquel equipo. Quería mucho al club y lo vivía con mucha pasión, el temor a que los resultados no sean positivos era su principal traba.
Luego de ver cómo se estaba trabajando entre toda la familia de la institución de calle Azara, más el potencial que tenía aquel equipo con sus extranjeros, Coco dio el sí más importante de su carrera.
En la fase regular ganó 12 partidos en 14 presentaciones. Al quedar en igualdad de puntos que El Nacional, el campeón se tuvo que definir en una final a tres partidos.
El primero quedó en manos de Alem 105 a 91, el segundo fue para El Nacional 104 a 83, y el tercero se jugó un 27 de diciembre en el Casanova, donde fue victoria para los dirigidos por Ferrandi 88 a 85.
RAMÓN PRIORE: “REMEMORAR A COCO SIEMPRE ES MUY EMOTIVO”
Uno de los integrantes de aquel memorable equipo campeón fue Ramón Priore, símbolo de Leandro N. Alem.
“Cada vez que hablo de Coco es todo muy emotivo. Era un tipo bárbaro, muy serio y muy obsesivo con el básquet, del estilo de Boismené o Paquito Álvarez. A mi, sin dirigirme, me llamaba a mi casa para hablar de algún partido. Tenía su grado de locura como tienen todos los técnicos. Pero en realidad era un gran tipo, yo no tengo palabras para con el”.
Ramón fue dirigido por Coco solamente aquel año, pero forzó una relación especial, al punto de ser uno de los responsables de que aceptara el ofrecimiento de ser el entrenador técnico.
“Tenía que ser él el que dirija a ese equipo. Por ser Alem estaba medio reticente porque él no se permitía una frustración con su club. Me acuerdo siempre su imagen parado en la baranda, porque lo vivía con tanta locura que no podía verlo sentado. Me decía “te imaginas yo como vivo Alem me voy a volver loco”, y no quería. Pasaba todos los días por su local y le insistia. Y se convenció porque un día entró al club y debería haber cerca de 60 personas en la cancha para que quede bien para el campeonato. Ahí se derrumbó y le dije “Coco mirá toda esta gente””.
“Tengo una foto con él que ilustra mi relación con Coco. Hay dos o tres fotos emblemáticas en mi carrera, y esa es una. Nos abrazamos con el “Bomba” Zamponi y con él, llorando, cuando faltaban 10 segundos para ganar en la final” agrega.
Su obsesión, dedicación y locura fue lo que lo llevó a ser uno de los entrenadores más destacados de la historia bahiense, con una capacidad particular de motivar a sus dirigidos.
“El pedía un minuto y te decía “el momento es ahora, acá se termina todo, no hay mañana”. Por ahí ibas ganando por 20, pero el te hacia ir a ganar por 40. Esa característica que tenía Coco, parecida a la de Boismené o la de Paquito, es lo que definió el gen y la mentalidad del jugador de Bahía. Era un motivador, pero te motivaba con clase”.
Además, Priore agrega una particular anécdota de los días previos a consagrarse campeón.
“El 24 a la noche la pasamos todos en la cancha. Como jugábamos la final el 27 nos hizo entrenar hasta las 10 y después brindamos todos con nuestras familias en la cancha, incluso los extranjeros. Yo le decía “Coco volvemos y entrenamos mañana” y él me respondía “no no, organizamos todo aca, cenamos y brindamos juntos porque jugamos el 27””
Fotos: La Nueva Provincia.