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Huevo Sánchez: «Yo siento pasión por Bahía»

El entrenador Oscar «Huevo» Sánchez desembarcó ayer en nuestra ciudad para brindar detalles de su campus que desarrollará del 21 al 25 de febrero.
—¿Qué significa para vos venir a Bahía y específicamente a Olimpo? Porque…
—(Interrumpiendo) Claro, yo soy de Estudiantes. Yo tengo pasión por Bahía y no lo digo por quedar bien. Para mí Bahía es la vida y no porque ahora vengo a hacer un campus. Por dos razones, no tengo dudas de que será un campus excepcional: primero, porque Daniel (Allende) es un caballo como coordinador y las instalaciones están impecables. Segundo, por más que no me gusta hablar de mi hijo, Mariano está en un momento increíble, aplicando un método inédito en Sudamérica. Le cambió el aire al campamento; todos los años va a aprender a la academia de Michigan y hoy, si bien tenemos grandes entrenadores, es el favorito de los chicos. Y después, contamos con Mauro Polla, quien para mí es el mejor formador que hay en Bahía. Por eso, no dudé en contratarlo cuando se fue de Bahía Basket, porque queremos buena gente e idónea.
—¿A través del tiempo en qué fueron cambiando los chicos que llegan al campus?
—Los chicos de minibásquetbol la rompen. Lo que sí, antes iban jugadores más grandes y ahora la media es hasta los 16. Y eso que es un campus que nadie sufre, porque no es de juego, es tecnificado; no es que armamos un partido y yo soy referí. Son seis horas por día, con entrenadores profesionales. Muchos toman los campamentos para chicos que recién se inician y no es así. Lo que pasa que los chicos que juegan bien se anotan menos. Es cultural. En cambio, en la NBA, en vacaciones los jugadores se anotan en campamentos.
—¿Qué le respondés a un padre que llega con expectativas para su hijo?
—Muchos dicen: “¿qué le pueden enseñar en cuatro días?”. Mi experiencia en el campus es que no tengo que demostrarle a la gente que sé de básquet. Tengo que tratar que ese chico se lleve tres o cuatro cosas y que copie los ejercicios para, mediante repetición, poder desarrollarlos. Para hacer el campus te tiene que gustar el básquet.

DEFINIENDO A SEPO GINÓBILI

—¿Cómo lo ves a Sepo Ginóbili entrenador?
—Sepo es persona, es un tipo culto, sabe idiomas y sabe de básquetbol… Pero no quiero que sea Sepo, quiero que sea Sebastián Ginóbili. Hay decisiones de su carrera que no comparto con Sebastián, pero cada uno sabe lo que tiene que hacer.
—¿Como qué?
—Si me echan al asistente (como sucedió con Mauro Polla), al otro día me voy. Es muy simple. Pero son pensamientos, aunque Sepo es como si fuera mi hijo. No tengo dudas de su capacidad. Sí le faltan varias materias, como dirigir jugadores veteranos y de jerarquía. En los amistosos, en mi caso, nunca me dolía el estómago y menos dirigiendo pibes y sin descensos.
—¿Extrañás los dolores de estómago?
—Extraño mucho. Soy entrenador de raza, de grandes. Aunque me fui adaptando. Cuando era entrenador de profesionales era muy didáctico y de campo. En los últimos cinco años, estuve tratando de adaptarme a evitar lo táctico; sí enseño a lanzar, a hacer pasos, a pasar el balón…
—¿Y no te falta la otra parte: el tablero, la alegría de ganar, el enojo de la derrota…?
—Mirá, los muertos son mejores personas cuando están en el cajón y yo ahora soy mejor técnico sin dirigir. Me dicen “maestro, te extrañamos”. Es así.
—¿Se puede jubilar el entrenador?
—Hay que saber disfrutar los momentos. Yo vivo del recuerdo, a modo de agradecimiento, recordando a Quique Nocent, al Negro Santiago, a Beto (Cabrera), a Polo (De Lizaso), a Lito (Fruet), a (Jorge) Cortondo… A toda esa gente que nos hizo grandes para que nosotros vivamos del básquetbol. Ese es mi recuerdo eterno de Bahía Blanca.

FUENTE: Fernando Rodríguez para La Nueva Provincia

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